-Verónica Rivera Torres

 

I.

Jay Fonseca me bloqueó en twitter el otro día.

El hombre-personaje llevaba días enteros manipulando sus redes sociales y espacios mediáticos para adelantar un proyecto frustrado llamado “Pedro Pierluisi”.  Jay Fonseca me acusó por varios días de no escucharle bien. Sí, resultó que de las muchas miles de personas que le escriben, le insultan, le veneran, algo – de lo que le escribía esta tuitera (mujer- feminista-activista)- le incomodaba. Lo tenía mal. Respondía mis tuits en sus redes o al aire en su programa de radio.  Decía que yo no lo escuchaba bien pero irónicamente los tuits que más le molestaron eran citas directas suyas o tuits que comentaba su empeño en legitimar una toma de poder claramente antidemocrática. O sea, que el hombre-personaje- me bloqueó para no verse él.

Jay Fonseca- fue el primero que llamó “señor gobernador” a un hombre- abogado que se le ocurrió- así porque sí- autonombrarse jefe del gobierno.

Cuando el hombre-personaje le dijo “señor gobernador” a un usurpador,  otros hombres- abogados que estaban a su lado asintieron con la cabeza.

II

Mientras nosotras celebramos el mejor verano de nuestras vidas, otros hombres abogados se inventaron que vivíamos una crisis constitucional.  Si un hombre se aventura a hablarle de crisis a una mujer más vale que le describa- con lujo de detalles- una verdadera hecatombe y no una controversia legal provocada y validada precisamente por otros hombres. De lo contrario, la crisis se convierte en otro chiste más de esos que las mujeres nos contamos cuando los hombres se creen que nos explican cosas.

Ahora las escuelas de derecho organizan paneles de hombres-abogados para hablar de la (inexistente) crisis constitucional que ellos mismos crearon.

#Jajajajajajajaja

III.

Cuando nos encontramos, las mujeres- tuiteras y no- hablamos de la crisis.

Hablamos de lo que es no tener comida, casa ni familia; de no tener acceso a medicamentos o la educación o de que el banco te acose con llamadas y amenazas. Hablamos de lo que es no ver salida a una depresión, o amar a un país que te falla todos los días.  Eso es crisis – constitucional, si se quiere- pero más que nada fundacional.

Hablar de “crisis” y bloquear a las mujeres de la discusión, la que sea, es quedarse al borde del camino mientras quienes parimos, cargamos y sostenemos al país nos toca- una vez más- moverlo hacia adelante.

IV

Me repito como un mantra lo que me dijo una amiga alguna vez: no he llegado hasta aquí para esconderme. Tampoco he llegado hasta aquí para negarme el derecho a decir, ser, hacer y deshacer.  Ahora tuiteo como amo, abogo, escribo, pienso, trabajo: con fuerza, rabia y risa. Con propósito  y sentido. Nada es casual; nada es inocente. Yo tuiteo para ganar.

V.

Antes de tuitera, fui bloguera. Y antes de bloguera fui activista. Antes que todas esas, fui (soy) mujer y feminista. Sobreviviente y luchadora.

A mí, en realidad, ningún hombre –por más que quiera- me puede bloquear.