Con el calendario como excusa

-Beatriz Llenín Figueroa

 

Me invito a recordar con el calendario como excusa. Lo imagino como un acto de justicia con la memoria. Los recuentos de 2019 se resumen así:

Si fuera por el pánico que me ocasionan tantas cosas que hacen –y dicen– los humanos, renunciaría a todo y me metería en un hoyito de silencio.

Seguramente dirían que no atendí mi salud mental a tiempo.

Al menos este año mostramos en público y en colectivo que podemos cambiar, para mejor. Por varias semanas, se justificó el ruido.

 

*

 

Me hago llamados con el calendario como excusa. Lo imagino como un acto reflexivo para intentar ser mejor. Hasta ahora, llevo anotados los siguientes para el 2020:

Hundo los dedos en la tierra.

No veo nada, o solo lombrices y alguno que otro insectito cuyo nombre desconozco, pero la ciencia me asegura que, en mi gesto, tan simple, interactúo con millares de microorganismos.

¿La fe también es científica?

 

La gata duerme y me pregunto si sueña.

Se tuerce con frecuencia. Oculta sus ojos.

Me da pavor imaginar que sean pesadillas.

Con las nuestras da y sobra.

Aspiro a protegerla.

 

Quisiera trabajar menos para aprender los nombres e identificar los trinos de los pájaros que llegan a casa.

Usaré mucho menos plástico.

Leo una columna que nos alerta sobre el modo en que el lenguaje corporativo está arropando nuestras relaciones afectivas. Siempre he temido el saqueo conceptual del capital. ¿Nos quedará el amor? ¿Qué hay que hacer para protegerlo?

José Alicea_Después de CORCO #3 (2017)
José R. Alicea, «Después de CORCO #3» (2017)

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