un verano de combis completas

Vanessa Vilches Norat, Beatriz Llenín Figueroa, Lissette Rolón Collazo, Marta Aponte Alsina,  Anayra Santory Jorge, Luis Alberto Avilés,  Ariadna Godreau Aubert, Rima Brusi,  Mabel  Rodríguez Centeno y Ana Arlensiú Rodríguez Santory

Un asalto de alegría. Casi cuando marchar se había convertido en un ejercicio oneroso, en una forma menguada de resistir a tanta injusticia, a tanto saqueo, a tanta violencia, a tanta quietud, los cuerpos se aglutinan y se vuelven multitud que grita “YA BASTA”. Una trenza envenenada que pedía “un Puerto Rico sin puertorriqueños” afiló la rabia en nuestras voces y en nuestras piernas. Aparecen motivos para la esperanza. No hay memoria del futuro, pero sí apuesta. Aquí, otra trenza que registra la alegría de ese salto.

(Vanessa Vilches Norat)

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Boricuas indignadas por la macharranería y el saqueo de la manada infame, ustedes están en mi corazón.

Patas en resistencia por las fobias de cada día, ustedes están en mi corazón.

Putas en lucha cotidiana por la vida buena que merecen, ustedes están en mi corazón.

Vidas perdidas por la incompetencia tras María, ustedes están en mi corazón.

Gente de cada día, marginada, desposeída y saqueada, pero en pie, ustedes están en mi corazón.

Universitarias que no se dejan pese a que les secuestran el futuro, ustedes están en mi corazón.

Ancianas, retiradas, forjadoras de esta patria que hoy marchamos, ustedes están en mi corazón.

Enfermas sin medicinas, ni cuidados médicos necesarios, ustedes están en mi corazón.

Vidas sin techo, edificando redes y bolsillos de luz, ustedes están en mi corazón.

Todas las que luchan (y han luchado) por una patria justa sin privilegios ni privilegiados, ustedes están en mi corazón.

A Ricky Roselló y sus secuaces, no los perdono.

A todos los gobernantes que nos endeudaron impunemente, no los perdono.

A la Junta colonial rastrera, mezquina y cruel, no la perdono.

A todos los que sean cómplices o excusen la infamia y el horror de este y todos los gobiernos mediocres, no los perdono.

Hoy, en Puerto Rico, en cada una de sus islas y municipios se respira liberación.

Hoy, cada niña que se enfrenta, machete o flor en mano, a la fuerza de choque de nuestra Fortaleza, respira liberación.

Hoy, cada cuerpo que se mueve –camina, perrea, bombea, danza, teatraliza, ejercita y medita– respira liberación.

Cada voz que se quiebra, cada piel que se eriza, cada paso que acompaña esta revolución en camino, respira liberación.

Ya nada será igual. Lo saben y tiemblan.

Ya todo es diferente. Lo siento y tiemblo.

Somos el país que merecemos.

“Letanía para el paro nacional del 22 de julio de 2019”

(Lissette Rolón Collazo)

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Con la jornada de manifestaciones #RickyRenuncia la calle, ese generador de la ciudad, volvió a resignificarse como el espacio democrático donde se reclaman los asuntos ciudadanos. Marchar, que es lo mismo que caminar junto a muchos por un reclamo, pone el cuerpo en movimiento, implica energizar espacios inhabitados y desocupados, hacer país.

Por varias semanas hemos visto a miles de personas de todos los sectores sociales, de todas las edades e ideologías en las calles de San Juan y de otras ciudades del país manifestando, de las formas más diversas, su coraje e indignación ante la corrupción y el saqueo de los bienes públicos por parte de una clase política que menosprecia a la gente que gobierna. Sin duda, la corrupción no termina con la renuncia del exgobernador Ricardo Roselló, pero la dimisión será simbólica porque recuerda que los reclamos ciudadanos no se hacen en las urnas cada cuatro años, sino todos los días en las calles de nuestras ciudades.

Construimos esa esperanza de futuro en las calles con nuestros pies y con nuestras palabras. Por una parte, la palabra valiente y rigurosa de lxs periodistas; sin sus investigaciones este reclamo de transparencia y rendición de cuentas al gobierno corrupto no se hubiera dado –mención especial debe hacerse al Centro para el Periodismo Investigativo. Por otra, la ocurrente, festiva y lúdica palabra desplegada en los carteles, en las consignas, en las canciones. La inversión y reapropiación de los insultos del chat demuestran lo viva que está la palabra entre nosotrxs. Basta con las miles formas en que se ha usado la palabra PUTA; aquí mi favorita: “Siempre puta, nunca corrupta”.

(Vanessa Vilches Norat)

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La capacidad de fiesta en este archipiélago nuestro es materia proverbial. Desde el “baile, botella y baraja” que cualquiera menciona para resumirlo, aunque desconozca el contexto histórico de la frase, hasta las actuales campañas publicitarias de una u otra marca de cerveza, el poder ha explotado esa capacidad con abierto afán despolitizador. Mucha gente, y por demasiado tiempo, ha creído que nos creímos ese cuento.

Hoy me deslumbra nuestra alegría desafiante, insurrecta, revolucionaria; la politización de nuestra capacidad de convocarnos con panderos y estribillos para poner en la calle nuestra carne acontecida por el ritmo contra el poder; la rebelde profusión de géneros (en todos los sentidos de la palabra); la rotunda oposición a que la minúscula clase dominante continúe fijando nuestra cotidianidad con el indecible dolor de las muertes burladas. Hoy, enlazadas con la antigua y potente tradición cimarrona de la bomba y los blues, de las parrandas y los ventetús, de los calderos en la playa vueltos cacerolazos, hemos refrendado el poder de la fiesta, de la alegría, de la imaginación. Lo hemos opuesto a la estela de muerte y sangre que nos ha legado, por siglos, el poder, no para negar el peso de nuestros cadáveres, sino para transformarlo en peso politizado, que dice no, que aspira a un país otra, en el que muramos con la dignidad con que hemos sido capaces de vivir.

Creo que lo anterior es una de las evidencias más contundentes –aunque ciertamente no la única– que arroja el verano revolucionario de 2019 contra la noción de vanguardia política, intelectual, ideológica. Ningún enjambre conceptual de la teoría ni de la filosofía nos pudo anticipar lo que acontece. Es al contrario. Aspiremos, tanto en nuestros análisis como en nuestro accionar, a la modestia del no saber, del dejarse encandilar, de la continua alerta a la posibilidad que nunca pudimos anticipar, del ocupar la retaguardia intelectual en la que insiste Boaventura de Sousa Santos. Ofrezcamos pistas, referencias, lecturas; establezcamos conexiones históricas, regionales, submarinas; construyamos letreros con flechitas de posibles entradas y salidas en las calles enrevesadas de una historia que no es, nunca, lineal, quiéranlo la izquierda o la derecha. Abandonemos –es urgente– los viejos vicios del macho: pontificar, mandar, creernos de vuelta de todo, establecer el plan, exigir la obediencia, abrogarnos el diagnóstico, el saber y la clarividencia. Contra esto también combatimos. “El perreo intenso acaba de comenzar.”

(Beatriz Llenín Figueroa)

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7PM: Perreo Combativo. Así leía la agenda de actividades revolucionarias para exigirle la renuncia al infame Ricky Roselló del 24 de julio de 2019. Al son de reggaetón lo botamos. Al día de hoy el activismo continúa, ahora vamos por #WandaRenuncia y en estas estamos desde el 11 de julio y todavía, en ocasiones, me sorprendo preguntándome si todo lo que pasó, pasó, si lo que está pasando pasa, porque es que parece un sueño. ¡Lo conseguimos, puñeta! Conseguimos “la combi completa”.

Desde que la cosa arrancó las protestas me resultaban increíbles. A la indignación, desde el inicio, se sumaron las voces de Residente y Bad Bunny, quienes aludidos en el Telegram de la discordia prometían viajar para participar de las imaginativas y multitudinarias manifestaciones. Yo, que en las semanas previas estaba francamente entristecida y espantada por la más crasa aporofobia que se desataba a la menor provocación, ahora estaba emocionada ante la admiración generalizada por el Rey Charlie, por los debates en las redes entre quienes pretendían distanciarse de los exponentes de música urbana y quienes les ripostaban. No salía de mi sorpresa, parecería que esa separación entre cacos y guaynabichos, entre clasemedieros-trabajadores-consumidores y los demás, se borraba ante el reclamo de #RickyRenuncia y eso me llenó de esperanza. Y entonces ocurrió: esa tarde el #PerreoIntenso llegó para renovar la cultura política puertorriqueña. A gobernantes odiantes, corruptos, pero sobre todo, misóginos y homofóbicos, se les combate bailando, pero bailando en #LaCatedral porque no solo fue bailar reaggetón; es que lo cuir/queer trascendió la omnipresente bandera multicolor, para irnos hasta abajo. Cuando llegué a las escalinatas de la iglesia aquella noche, me dije, si yo puedo bailar, es mi revolución.

(Mabel M. Rodríguez Centeno)

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En las primeras dos semanas de jornada, hubo dos frases que me calaron. La primera fue enunciada frente a un teléfono celular y se circuló por las redes sociales. La segunda parecía surgir de los adoquines y el pavimento y retumbaba por las calles y avenidas, por los edificios y callejones. La primera emergió del corazón desolado de un joven que tuvo que usar gafas oscuras al hablar, quien por años se mantuvo reacio a hacer declaraciones. La segunda brotaba a borbotones de una masa de jóvenes, muchos de los cuales la vociferaban por primera vez. Si bien la primera me ayuda a entender cómo llegamos hasta aquí, la segunda me informa cómo llegaremos adonde queremos llegar.

Fue demoledor escuchar “Prefiero vivir debajo de un puente y tener a mis seres queridos al lado mío, poder reír con ellos y llorar con ellos”. Aquí se encapsula el drama de toda una vida, el dolor y desconsuelo que ha acompañado por sobre dos décadas al niño que viajaba en el vehículo impactado por la conducción temeraria de otros. Aquel fatídico evento separó por siempre a un niño de su mamá y de su hermano gemelo. En el otro vehículo viajaban dos jóvenes de 21 y 15 años. El más joven de ambos terminaría siendo gobernador de Puerto Rico. Ni él, ni su actual camarilla de adeptos seguidores y aduladores, podrán jamás entender que el afecto, la cercanía y la solidaridad de un grupo de personas, unidas por vínculos familiares, comunitarios o nacionales, deja huellas y satisfacciones más profundas que el dinero, las ambiciones, el privilegio y la ostentación. Aquí encuentro la clave para entender la indignación que lanzó a cientos de miles a la calle, el pueblo observó la insensibilidad patológica de quienes sembraron la desesperanza y atropellaron el presente y futuro de familiares, amistades y comunidades. Me siento profundamente esperanzado. En respuesta, hoy los jóvenes gritan “somos más y no tenemos miedo”.

(Luis Alberto Avilés)

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Desperté. Estaban allí. Resistiendo.

Homenaje al dinosaurio de Augusto Monterroso desde el Levantamiento Boricua del verano 2019

(Lissette Rolón Collazo)

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Hubo espontaneidad en los métodos de convocar y organizar las manifestaciones, pero es innegable que los reclamos le deben mucho a la labor de organizaciones políticas con años de trabajo de base. Les jóvenes saben por qué protestan y hacia dónde pensar el país que desean. Además, la protesta misma es una escuela y una experiencia de por vida. Si no fuera así las manifestaciones carecerían del poder de convocatoria asombroso que demuestran y no hubieran pasado de desahogos efímeros. La comparación con la marcha por la salida de la Marina de Vieques prueba la existencia de una memoria, de unas referencias. Estas jornadas de julio forman parte de una tradición que no se enseña en las escuelas, pero no desaparece, mientras sea necesaria y el momento lo pida.

No es cierto que las manifestaciones multitudinarias de julio transcurrieron “en paz” porque estamos amparados por la constitución de Estados Unidos y porque somos un pueblo performero, creativo y pacífico. Tal versión es un espejismo mediático que favorece a sectores sociales y económicos tan responsables como RRN de nuestra ruina y del asalto privatizador a las instituciones públicas. Hubo heridos y personas arrestadas a quienes se les obligó a cargar con grilletes electrónicos. La ciudad se saturó de gases lacrimógenos cuyos efectos persisten. Es muy probable que las manifestaciones hayan sido infiltradas por versiones nueva generación de un pobre diablo agente provocador.

La resonancia internacional de la jornada no puede interpretarse si no se suma la convocatoria hecha por sectores amplios de artistas y organizaciones de base, pensionistas y fans a las convocatorias tradicionales de los sindicatos y estudiantes. Fue una manifestación del alma y de las almas. Se enarbolaron las banderas de Puerto Rico, negras y multicolores, además del arco iris de liberación sexual que deberíamos enarbolar todes. Sí floreció un ingenio lindo en la protesta, desde las performances de Tito Kayak y los motociclistas, la lectura del chat frente al capitolio, los bailes y mascaradas, los memes y caricaturas. Pero no fue una mera performance para tumbar a RRN por incompetente, cruel e inmaduro. Fue una explosión contra la junta de control fiscal y sus políticas de austeridad. Y fue, sobre todo, un gran eslabón, necesario y estimulante, en la cadena de obras que, desde que somos pueblo intervenido, han ido construyendo nuestra vocación de ser felices en democracia y soberanía.

(Marta Aponte Alsina)

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Este país se tiene que llevar bien, pero que bien, apretuja’o al pecho, porque fuera de sus islas parece irreal. Últimamente me encuentro intentando apalabrarlo fuera de sus costas, allá en un frío norte, intentando materializarlo en contextos francamente alienígenas a nuestra existencia. Gente que nunca se ha sentido extraterrestre me mira, confundida por mi falta de acento, por el color de mi cuerpo, por la especialización declarada en mi expediente académico.

It’s hard to believe you come from a place like that.

Ni pregunto por qué, pero me dan pena, pobrecitos, porque no es solo que yo soy de aquí, de Boquerón, Cabo Rojo, Puerto Rico. Es que yo soy así. Así, así, así: brillante con luz y ganas, alegre con cariño y rabia, brava con razón y angustia, igualmente fajona y llorona, retumbando con los ecos de cientos de tambores y miles de pasos en cada risa y cada canto.

Cada muerto, acompañándonos.

¿Se acuerdan de aquel ensayo de Edwidge Dandicat, del 1996, en el que reflexiona sobre las mujeres de Haití? Ahí hay otro eco: nou led, nou la. Somos feas, pero estamos aquí. Enferma ya, por el cansancio, el esfuerzo, el peso y la distancia, le decía a mi madre:

—No solo es que estamos aquí, es que nos vamos a dejar sentir, en muerte y en vida, en silencio y canción, en baile de ese “bellacoso pero sin acoso” y en grito desafiante. Ese grito empezó hace tiempo, hasta yo me acuerdo, y la muerte solo lo intensifica.

(Ana Arlensiú Rodríguez Santory)

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El manejo asesino del huracán por parte de los poderosos me había enfurecido. La junta, la deuda odiosa y los mercaderes del desastre me tenían aturdida y rabiosa.

El chat de la manada rosellista–tan lleno de odio, de misoginia, de incompetencia y de desprecio por la vida y la dignidad de cualquiera que no les fuera útil a ellos y a sus crecidos egos–me había indignado.

Y entonces vi a mi país en la calle.

Y mi país en la calle me enamora.

A veces encarnado en cinco, a veces en cien, a veces en miles, siempre me enamora.

En esta ocasión, mi país en la calle, mi país rebelde, insurrecto, callejero, rabioso y alegre, me llena de un orgullo amoroso que llevo en las costillas aún cuando me siguen indignando la prepotencia, la malicia y la maldad de los que pretenden aplastarlo, destruirlo, asfixiarlo. Me han impactado la enormidad de nuestra expresión, las multitudes de cientos de miles llenando calles y avenidas y parques con banderas de estrella y arcoiris, pancartas, panderos, disfraces; el desprendimiento de los que sin anunciarse trabajan sin descanso protegiendo manifestantes, repartiendo libros, diseñando mapas, convocando, contando, haciendo, amando; el momento en que, bajo el diluvio de las gotas más gordas que he visto, nos miramos , sonreímos y seguimos marchando, bailando, cantando, protestando; la creatividad que ha estirado los significados habituales de “protestar” para que a la indignación y a la caminata se le sumen el júbilo, el besuqueo, el perreo combativo, la poesía  y la comedia.

Mi país agarró uno de los epítetos favoritos de la manada infame y lo convirtió en acrónimo: Somos PUTA, mi gente, somos Puertorriqueñxs Unidxs Tomando Acción.

Nadie, nunca, pase lo que pase, hagan lo que hagan, podrá quitarnos este momento. Puerto Rico, hermoso y nuestro, está en la calle.

(Rima Brusi)

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Es tan difícil que quepa en algunas líneas todo lo que me encanta de estos días que lo único que me parecería más complicado es encontrar lo que pueda no gustarme. Empiezo con esto: lo que más me ha emocionado, lo que más feliz me ha hecho, es sentir que nos hemos sacudido con fuerza una larga tristeza, una depresión subclínica que arrastrábamos hace años, un duelo inédito y monumental que no pudimos llorar juntas cuando correspondía. La nuestra es la ira más jubilosa del mundo, pero ira al fin. No estoy segura que el perreo combativo cuente como sublimación freudiana, pero no tengo la menor duda de su efectividad como estrategia de lucha. Nada como ese parien las escalinatas de una iglesia, y a unas cuadras del enfrentamiento con la policía, para ilustrar el desparpajo colectivo con el que nos hemos dicho, “¿Que no se puede qué?” Watch me.

Si Fanon estuviera vivo le dedicaría algún capítulo a lo que este colectivo tan envalentonado como danzante ha hecho para quitarnos una piedra del pecho que él conoció íntimamente y describió mejor. Debería decir: todo lo que hasta ahora ha hecho. Porque nadie tiene dudas que al ahora le seguirá un después. Después faltan muchas cosas, como cobrar la afrenta a quienes se atrevieron a imaginar jubilosos un futuro del que nos desterraban cada día. ¡Y mira que casi se salen con la suya!

Después de años sin aliento, desfalcadas las instituciones, ninguneados los procesos, invisibilizadas en el llanto y perseguidos hasta la marquesina después de cada marcha, nos ha deslumbrado un arrebato sostenido de esta cólera efectiva. Nos hemos quitado al unísono una soga apretada al cuello. Hemos abierto la celda de los sumariados donde nos sentó la historia. Ni la jueza Taylor Swain se ha animado a seguir conduciendo los asuntos en su sala como si aquí no se hubiera armado la de San Quintín; quien, dicho sea de paso, es el santo patrón de los cerrajeros. Ya le compondremos alguna trapletanía para que en la voz de San Benito nos bendiga los siete candados y nos invoque las siete potencias que harán falta para lo que está por venir. Porque lo que ha ocurrido es poco menos que el primer arresto ciudadano de cuántos sean necesarios. Este lo hemos orquestado con el mismo sigiloso entendimiento con el que debimos haber cazado mamuts en la edad de hielo. Solo que esta vez es verano en el Caribe y hasta en el Ártico hay cientos de fuegos ardiendo.

Porque tengo que resumir acoto lo siguiente. Me encanta saber que al equilibrio de Tito se suman los estruendosos poderes del Rey Charlie y la Cacerola Girl. Me ofrezco para la lectura maratónica de cuentos que nos inspiren a escribir la constitución más espabilá del mundo. Quién escribió este tweetnos economizo horas y horas de explicaciones:

         Vivimos un año sin luz y meses sin agua. Perdimos familiares. Se fueron amigos. Enterramos nuestros          muertos con las manos. Y, ¿ahora quieren meternos miedo? Trata de nuevo campeón.

Hace días que me voy a la cama con un coro en mi corazón que no es plegaria. Repite sin cansarse: “Somos más y no tenemos miedo”.

(Anayra O. Santory Jorge)

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Huele a quemado, aunque nada arde. Por ahora.

Salgo al encuentro de las voces y de las cacerolas. Coincidir en la lucha consiste en hacer ruido juntas, ocupar la calle, dejarnos sentir, que nos cuenten vivas quienes se negaron a contar a nuestras muertas. El llanto se agolpa en la garganta y soy una mano, acompañada de otras, arrancándolo de raíz, dejándole libre, liberándose al fin Llevamos dos años sin llorar o haciéndolo a la prisa o a escondida, como si estorbara en el ir y venir de las cosas importantes. En la lista de cosas importantes se enumeran procurar medicinas, escuela y techo, no morirnos de hambre todavía, sobrevivir.

Lo que salta de los ojos cuando consignamos «Somos más, no tenemos miedo», es una tregua entre tanta rabia guardada y esta cotidianidad de la recuperación forzada. Somos una animal triste y colectiva. Hoy, en la calle, somos una mejor animal: una animal de presentes y futuros. La paz no fue. No será jamás. En las noches llovieron balas de goma y balines, canisters de gases tóxicos, macanazos.Las que pusieron la cuerpa dejaron la sangre en los adoquines. Otras dejaron la garganta y los pulmones. Todas pusimos allí las esperanzas. Vimos todo arder. Hasta las rabias. Nunca más estamos solas. Somos más, no tenemos miedo.

Estos días nos transformaron la cuerpa. Algunas hemos perdido peso o nos hemos oscurecido a son de marchas y sol. Todas nos sentimos más ágiles o más dueñas de nuestros movimientos, pisamos distinto, nos encontramos bailando, saltamos para marcar intensidad en nuestras palabras, nos movemos con la precisión que solo es posible en la rabia, nos sentimos más saludables aunque nos duela todo. Esto también debemos documentarlo.

Es 25 de julio. Los pueblos nunca olvidan. Carlos Soto Arriví, Arnaldo Darío Rosado viven. Nosotras, las que estamos aquí y las que pasaron física o espiritualmente a otro lado, vivimos. Los pueblos no perdonan. Un día esa ley se ha de cumplir. Venceremos.

(Ariadna Godreau-Aubert)

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Una combi completa es siempre un “salto mortal”. A fin de mes de julio, aún estamos en el aire, en el salto. Suspendidas, sentimos entrecortada la respiración. Sabemos que así seguiremos un buen rato más. Pero ya “nada es igual”. Hemos ocupado el país; el circo es bello y es nuestro. Con sonrisa de oreja a oreja, nos hemos construido una red de trenzas inmensas, resistentes. Al caer, rebotaremos. Y volveremos a mirarnos a los ojos, sabiéndonos juntas y ¡tan revueltas!

(Beatriz Llenín Figueroa)

 

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foto por Ana

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