¿las islas son siempre otras?

– Beatriz Llenín Figueroa

La telenovela que se vive a diario en este país se impone. Por ejemplo, ahora que me toca escribir para la turba, acaba de pasar lo de Irma. Una se pregunta si sería posible soñar con escribir sobre otra cosa, que a una se le ocurra en detalle el sueño ese, que pueda reconstruirlo con algún nivel de coherencia y que alguien quiera leerlo. Pero, la inmediatez aplasta. O, al menos, así lo siento yo.

¿Alguna vez podré comprender el modo macabro que tiene nuestra “solidaridad de pueblo” de manifestarse? A juzgar por el discurso dominante, dios tiene preferencias, nosotras rezamos mejor, o a otras partes (ahí, al ladito) no les llegan nunca las bendiciones (¿porque son países mayoritariamente negros?; ¿porque hay más protestantes que católicos?; ¿porque se manifiestan otras espiritualidades?; ¿porque el territorio mide una milla menos que el de Puerto Rico?; ¿porque llega más sargazo a sus costas?; ¿porque el sol calienta un grado más que aquí?). Me ripostan que nadie dice nada de lo que aquí les acuso. Todos repetimos el bendito por las islas y decimos que estamos con ellas. Pero, cómo decimos lo que decimos tiene implicaciones. Cualquiera de las señaladas contraviene la doctrina cristiana derivada de lo que escribió mucha gente, siglos después, que dijo Jesús. Esa evidencia, como casi todas en este país que se declara cristiano, no parece importar.

Cuando en Puerto Rico decimos “las islas,” es casi como decir “los sitios (por allá, lejos) donde les va fatal; donde en verdad son pobres.” Las islas son siempre otras.

Aun cuando pudiera conceder todo lo anterior sin enfurecer, cosa a todas luces imposible, nos quedan en el espejo las monstruosidades de nuestras islas. En vista de que todavía no nos lanzamos a la imprescindible acción colectiva, multitudinaria, me resigno a preguntar: ¿hemos rezado tan bien por la libertad del país como lo hicimos para que Irma no nos atravesara como a “las islas”? ¿Hemos pedido, con el fervor requerido, la bendición de un modo de vivir verdaderamente solidario, en contraste con el que nos ha traído hasta la quiebra, la junta, el fracaso de medio siglo de lideratos bipartidistas, el desempleo rampante, la contaminación y extinción del medio natural que produce megahuracanes como Irma y una larguísima lista de etcéteras?

El huracán Irma fue y sigue siendo un asunto del más grave carácter. Pero, ¿qué del apocalíptico huracán vuelto cotidianidad que tenemos en las narices?

¿Las islas son siempre otras?

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