-Vanesa Contreras Capó
Plantearnos hoy en día una lucha feminista sin tomar en consideración nuestro planeta y todos los seres que habitan en este, desde mi punto de vista, es una tarea imposible. De la misma forma que no podemos hablar de opresión sin tomar en consideración la intersección de opresiones que sufren las mujeres, no podemos seguir ignorando la explotación y la opresión que como seres humanos causamos a nuestro medio ambiente. Muchas mujeres han reconocido la importancia de luchar en contra de la destrucción medioambiental y la explotación de los animales, por eso, cuando exploramos tanto las luchas ambientales como las investigaciones que se han acercado a otros seres de una forma no colonizadora, estas suelen estar encabezadas por mujeres.
En el área de la investigación nos encontramos con el trío de mujeres antropólogas conocidas por las “trimates”, que estudiaron 3 diferentes grupos de primates, Jane Goodall los chimpancés, Dian Fossey los gorilas y Birutė Galdikas los orangutanes. Lo revelador de estas investigaciones, más allá de las importantes aportaciones a los estudios sobre los primates y la toma de conciencia sobre la complejidad de estos grupos, fue el método investigativo que utilizaron. Un método que más allá de distanciarse del “objeto” de estudio, se acercaron a los animales y lograron ganarse la confianza de estos. Este importante trío de mujeres rompió con los esquemas patriarcales colonizadores de la investigación y demostraron la importancia de conocer la forma de vida de otros seres sin tomar distancia e interactuando con estos sin posicionarse como seres superiores. En el área del activismo encontramos que también han sido las mujeres las que han asumido un rol protagónico en la defensa tanto del ambiente como de los animales. De hecho, la consigna que se ha popularizado “ Veganism it’s a Feminist issue”, muestra de la relación que existe entre la explotación de las mujeres y la explotación de los animales, sobre todo cuando nos fijamos en la industria láctea. Una industria que se caracteriza por la violación sistemática de las vacas y el secuestro de sus crías durante toda su existencia hasta el momento que dejan de producir suficiente leche y terminan en el matadero. Aunque muchas personas se han rehusado llamar a esta acción por su nombre, violencia sexual, no cabe duda que el consumo de lácteos y carnes ha disminuido drásticamente, y lo seguirá haciendo, por la crueldad y la constante explotación que sufren estas hembras. Por último, si miramos las luchas ambientales nos encontramos con mujeres en primera fila dando la batalla en contra de las grandes compañías que quieren apoderarse de las tierras y el agua potable de los pueblos. Una lucha peligrosa que nos ha robado la vida de mujeres valientes que pusieron sus vidas en riego, y la perdieron, como la compañera hondureña Berta Cáceres. En Puerto Rico estamos rodeadas de mujeres que nos han mostrado la importancia de la lucha ambiental y la relación de esta con las comunidades. Han sido las mujeres las que han estado en primera fila combatiendo a la marina de Vieques, las que se han opuesto a la construcción de dos gasoductos y las que siguen batallando en contra del depósito de cenizas en Peñuelas.
No cabe duda que muchas sentimos en carne propia el horror de un sistema patriarcal y capitalista que cosifica nuestro entorno y trata de distanciarnos de él para poder explotarlo y consumirlo. A nombre del progreso se siguen cometiendo las mismas barbaridades que se cometieron durante la conquista y la colonización de América por parte de los europeos, aunque esta vez sea hacia otros cuerpos. Nuevamente nos toca a las mujeres resistir este sistema y proponer otra forma de vida y convivencia con los otros seres que lo habitan y que nos permita convivir y disfrutar nuestro entorno sin masacrarlo. Frente a una forma de vida tan desacreditada, porque ha demostrado que no funciona, nuestra lucha y resistencia será la mejor alternativa para que prevalezca la vida de todos los seres vivos.
Bibliografía
