-Guillermo Rebollo Gil
¿Soy yo o todos cruzamos los dedos mirando el Facebook Live de la Primera Dama durante la cena de gobernadores en la Casa Blanca, deseando que se tirara un Lolita Lebrón? Quizás esa sería la protesta que lograra animar hasta a Mayra Montero.
Las primeras dos oraciones de esta colu son click bait. Las próximas tres contienen mi tesis central. El resto es cuesta abajo. La oración anterior no cuenta. Son estas:
En el vídeo, la Primera Dama dice: “Esperamos que ya luego podamos sentarnos y hablar con él [Trump], aunque sea un segundito”. Es ese ‘segundito’ lo que mata. El ‘aunque sea’ también.
Por lo demás, uno se sorprende por lo cerca de Trump que sentaron a Beatriz y Ricky. Estaban apenas a unos breves segunditos de distancia. Tan cerca como para pedirle al presidente la estadidad. O la sal. O el mayoketchup. ¿En la Casa Blanca habrá mayoketchup?
La pregunta anterior es un chiste mongo para distraer a la lectora y hacer que olvide la promesa del Evento con el cual soñaba en el primer párrafo.
Esto fue lo que dijo Lolita Lebrón al momento, o quizás unos segunditos después, de su arresto: “¡Yo no vine a matar a nadie, yo vine a morir por Puerto Rico!” En el vídeo de la primera dama un señor blanco americano le dice “¡Hola!” a Puerto Rico. Es un saludo que mata.
¿Soy yo o todos cruzamos los dedos mirando el vídeo, deseando que la primera dama, de momento y para el terror de todos en la mesa, se quitara la máscara para develar a una encapuchada? ¿Será esa la protesta que esperamos luego de haber decidido nunca más esperar el periódico para el cual escribe Mayra Montero?
Sucede que en todas las protestas contra la junta, aunque sea por un segundito, uno escucha una voz desde lejos; una voz que sin saludar anuncia que algo o alguien vino a morir por ti allí, caminando en círculos, sosteniendo un cartel, impidiendo el tráfico en el expreso. Esa voz revive a cualquiera.
Nada, que si a mí me invitaran a comer a la Casa Blanca, montaría un piquete por el mayoketchup.
