tres recuerdos

-Guillermo Rebollo Gil

En la oficina de una fiscal en San Juan, la abogada cita las proclamas de no sé qué organismo internacional en materia de derechos humanos. La fiscal, entre molesta y atolondrada, responde algo sobre el status de Puerto Rico o sobre cómo Puerto Rico no es internacional o sobre cómo la posesión simple de sustancias controladas no es un derecho humano. Entonces nos invita a que nos vayamos de su oficina. Al final, todxs lxs arrestadxs durante la actividad de Free Juana el pasado 20 de abril fueron dejados en libertad. Ese es un recuerdo.

Este es otro: La abogada está hablando de Neil Gaiman. Frente a nosotrxs una protesta no muy bien pensada en contra de mujeres emprendedoras en un hotel. O, bueno, en contra de la Junta de Control Fiscal según cifrada en una reunión de mujeres emprendedoras en el Caribe Hilton. La abogada me está hablando de cómo Sandman cambió su vida. De momento interrumpe la conversación para grabar a un guardia que amenaza con el roten a una manifestante. Le advierte de los derechos que la cobijan. Le exige al agente que se identifique para video. Está vestida de negro y hace mucho calor. Pero la abogada no suda.

Este es el primero: Estamos en el portón 6.5 de la UPR durante la huelga de 2010. La futura abogada sostiene un pequeño escudo de madera ante efectivos de la fuerza de choque que de momento intentan forzar/romper la línea de estudiantes que le hacen frente. La futura abogada sostiene el escudo como quien se imagina capaz de sacar la espada de la piedra o como quien defendería el derecho humano a tirar piedras cuando no haya cómo más defenderse. Hoy se me antoja pensar que carga con sus cartapacios y papeles como si con un escudo. De seguro tiene espadas en la casa.

Por aquí pues tres recuerdos de Mariana Nogales para sus tres dedos al aire, que me inspiran sin fin. Hacía falta que alguien en esta funesta contienda electoral apelara a la imaginación política. Y si bien el referente de la señal en términos de copyright es una trilogía literaria/franquicia cinematográfica, las coordenadas desde donde hoy se alzan esas manos en solidaridad con Mariana son espacios de protesta y resistencia “inevitablemente oriundos” a nuestro contexto. A saber:

Contra la represión estatal, la violencia policiaca y la criminalización de los cuerpos y la pobreza

Contra el desmantelamiento de la universidad pública

Contra la Junta de Control Fiscal

Esos son tres buenos contras para escribir de forma apresurada y apretada en un pequeño escudo de madera. Yo no sé si a las comisionadas residentes en Washington les permiten llevar escudo. Sé que no tienen derecho al voto. Pero, ¿qué tal piedras? ¿Imaginación? Me temo que de ser electa, TSA no le permitiría a Mariana abordar el avión hacia la capital. Por eso mismo es la mejor opción. Por eso mismo, supongo, no tiene el más mínimo chance de ganar. Porque tiene todo en su contra. O, más bien, porque ha asumido como suyos todos los contras que nos urgen.

En mis recuerdos Mariana siempre está vestida de negro y se está tomando o está por tomarse una coca cola. En mis recuerdos también, los días y noches pasan forzosamente por los mismos tres escenarios: calle, cuartel, tribunal. En mis recuerdos todas nuestras conversaciones sobre Gaiman son interrumpidas por un policía. O más bien, porque Mariana, junto a sus compas abogadas, opta por salir detrás de un policía. Para grabarlo. Para advertirle. Para defender a alguien de él. Esto no es hacer campaña. Es hacer el porvenir. Que es como un pequeño escudo de madera, o como una espada atrapada en una piedra. O como muchas piedras para las muchas manos que no tienen de otra.

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tomada de redes

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