-Guillermo Rebollo Gil

“La misión de la Junta es trabajar con el pueblo y el Gobierno de Puerto Rico para crear las bases de un crecimiento económico sostenible y restablecer la oportunidad para el pueblo de Puerto Rico.” Debajo de esta descripción aparecen los enlaces para los reglamentos. Debajo de los enlaces van las fotos del Equipo Ejecutivo y demás Miembros de la Junta. Son fotos como de anuario de escuela superior, pero los graduandos se pusieron demasiado viejos antes de tiempo. La mayoría sonríe. De hecho, la mayoría luce genuinamente feliz de haber tenido la oportunidad de posar para la foto.

El fondo es distinto en cada una. La junta no gastó en un photoshoot especial para propósitos de armar su página de internet. Son fotos ‘recicladas’ de los portales de sus respectivas empresas. O son las que se sacaron en Walgreens para sus pasaportes. O quizás alguno le pidió a su pareja que lo retratara frente a la pared de la cocina una mañana cualquiera antes de salir a la oficina.

¿Será este un buen ejercicio crítico-creativo? Quiero decir, imaginar toda una cotidianidad—con el grado de ternura correspondiente—para cada miembro de la junta. Imaginar, por ejemplo, que la corbata de Carrión—azulita con circulitos de muchos colores— fue un regalo de día de padres. Que alguien más pequeño que él la escogió con amor. Que el padre, por su parte, escogió esa corbata para la foto. O que escogió esa foto para la página porque en ella tiene puesta la corbata.

Al pulsarla aparece una breve biografía del funcionario. Uno reconoce nombres de universidades de renombre. Y de bufetes. Y de bancos y compañías de seguro. Y hay otros tantos nombres de entidades que uno no conoce, pero que impresionan igual porque ya uno estaba tan impresionado con las maestrías en finanzas y las cátedras en universidades tan importantes que uno continúa impresionandose por fe con aquello que no conoce. Hasta que, inevitablemente, uno se aburre al descubrir que todas las biografías leen más o menos igual. Que hay mayor variedad en corbatas que en el trasfondo y desarrollo profesional de cada miembro.

Es aquí que uno entra de lleno en otro tipo de ejercicio crítico-creativo y comienza a imaginar qué hubiese sido de Carrión y compañía si hubiesen optado, quéseyo, por las humanidades. ¿Acaso su misión de vida no hubiera sido dramáticamente distinta? ¿Se imaginan a Jaresko encapuchada intentando prender el Popular Center en candela? ¡Vaya manera de restablecer la oportunidad para el pueblo de Puerto Rico! Uno sonríe, como para una foto una mañana cualquiera en la casa, la cámara en manos de alguien amado. Y se propone cerrar la compu y salir hacia la humanidad, tiernamente. Pero, de momento, una duda hace a uno volver atrás y confirmar que, en efecto, al menos uno de los miembros de la junta estudió literatura.