los pequeños cantacitos

Guillermo Rebollo Gil

Una propuesta es la creación de ‘fincas penales’ para sacar a los presos de sus celdas, despegarlos de la televisión y ponerlos a producir alimentos para la industria local. Otra propuesta es controlar la temperatura de los aires acondicionados en edificios públicos. Hay más:

Que los jueces y alcaldes y legisladores que no aporten a su retiro, no tengan retiro. Que las empleadas domésticas dejen de barrer los ‘driveways’ de las casas en las urbanizaciones cerradas con la manguera. Que al pueblo se le eduque. Que a los presos que trabajarán la tierra en las fincas penales se les bonifique. Que Vieques y Culebra sean destino de cruceros y lanchas de multimillonarios. Que los policías no hostiguen sexualmente a las policías porque el policía que hostiga no hace bien su trabajo. Que al pueblo se le enseñe a no ser tan vago. Que el gobierno invierta en una batería especial para posibilitar el uso efectivo de la energía solar. Que el ambiente se proteja. Que los empleados públicos que conducen carros públicos apaguen el motor del vehículo mientras esperan afuera de los edificios públicos donde los empleados usan abrigos por el frío que hace en las oficinas del gobierno de una isla tropical.

Que las empleadas domésticas cierren la manguera.

Que los presos se despeguen del televisor.

Que el país aprenda.

Lo anterior es un resumen un tanto mal intencionado, aunque no necesariamente erróneo, de lo dicho por un ponente durante las vistas públicas celebradas la pasada semana en el Colegio de Abogados y Abogadas. El ponente presentó sus propuestas fogosamente, dando pequeños cantacitos en la mesa con las puntas de sus dedos. Las vistas, creo, eran sobre los efectos de las exigencias de la junta de control fiscal sobre la ‘vida colectiva en Puerto Rico’.

Según algunos de los comisionados del Colegio, el ponente hizo unos muy buenos puntos. Eso es muy cierto. Solo que hacía falta preguntarle cómo conciliar su preocupación por el medioambiente con su aparente desinterés por los derechos de las personas privadas de libertad; o cómo, digamos, hilvanar la seguridad alimentaria del país con hacer de las islas-municipios lugares donde solo los turistas pueden estar; o, vamos, cómo comprender su aparente preocupación por el futuro del país con su evidente desprecio por  la gente que compone el país. O cómo la perspectiva de género en la uniformada es, ante todo, una cuestión de costo-eficiencia. Como lo sería barrer el ‘driveway’ con una escoba en lugar de una manguera. Quiero decir, pagarle a alguien para que lo haga. Alguien que quizás pasa su día pegado al televisor, o con el motor del carro prendido mientras espera afuera de la urbanización cerrada.

Otra propuesta era dejar las escuelas abiertas en horario extendido para que las y los estudiantes puedan hacer sus asignaciones, o para que hagan arte o deportes. Esa es muy buena propuesta. El ponente, de hecho, llevaba puesta la sortija de graduación de su escuela. Tiene la forma de un portaviones o de un gran muelle en el caribe adonde pueden llegar los cruceros y las lanchas de los multimillonarios. Solo una fracción ínfima del país aprende allí. Aprendemos, por ejemplo, que el país es vago y que le cuesta aprender acerca de la costo-eficiencia de las cosas. De ahí que haya que darle pequeños cantacitos a la mesa con la punta de los dedos. ¿Es así que se hace un buen punto?

En el salón del Colegio hacía frío.

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foto por guillermo

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