-Ariadna M. Godreau Aubert
El lugar que ocupa la ley, en la crisis, es el del poder. El lugar que ocupa la ley, en la crisis, es el del que lo dijo todo. El lugar que ocupa la ley, en la crisis, es el de quien nunca nos debió nada. El lugar que ocupa la ley, en la crisis, es el de quien tiene que irse porque debe. El lugar que ocupa la ley, en la crisis, es el de quien escribe aquí. El lugar que ocupa la ley, en la crisis, es el más distante al corazón. El lugar que ocupa la ley, en la crisis, es.
Este escrito es de la realidad, la ley y la crisis: aquí.
El 27 de enero Rosselló firmó la ley de «reforma laboral», utilizando como telón de fondo una lavandería en Santurce. A propósito del lugar que ocupa la ley, habría que decir que reforma lo que transforma sin ir tan lejos que cambiaría el todo. La legislación reformadora es a propósito de las sugerencias/exigencias que hiciera la Junta de Control Fiscal al gobierno de Puerto Rico sobre lo poco competitivos que resultan los derechos laborales para un país en deuda. Ese lugar no es el preciso. La legislación reformadora es a propósito de unos informes preparados por el gobierno de Puerto Rico y Anne Kruegger por el pago de la deuda. Para mayor precisión en la ubicación: la legislación reformadora es a propósito de la sugerencia/exigencia de un sector local, una hegemonía criolla, que se opone a explotación foránea, pero aplaude la local deaquí.
La reforma laboral nos hace más flexibles y competitivas. Incluye extender el periodo probatorio a 9 meses, permitir que las empresas abran todos los días todo el día, reducir los días de vacaciones y el bono de navidad, elimina la presunción de que todo despido fue injustificado y reduce la cantidad que tiene que pagarle un patrono a una empleada que despide porque sí. En La Loíza todo es más bonito, nuevo, prístino también. La lavandería está en La Loíza pero no es «de la Loíza» propiamente. A ver. En la foto todos son muy blancos, muy hombres, muy enchaquetonados. Hay que enrrollarse las mangas, como dice la exposición de motivos de la ley. Y cumplimos
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Nunca he ido a esa lavandería, pero me la imagino con unos cristales grandes afuera, como una vitrina, cosa de que se vea ese verde chatré desde el otro lado de la acera, igual si vienes caminando de Lloréns a Santurce o pasando bien rápido en carro hacia Isla Verde, ventanas arriba.En la foto, que incluyo aquí, no aparecen mujeres. Desconozco cuántas mujeres trabajan en la lavandería o cuántas acuden a lavar la ropa. No sé cuántas de estas lavan la ropa ajena. Pero, si sé sobre mi mamá, una señora que hace mandados a mi vecino de enfrente y una amiga que aprende a lavar en una pileta para ahorrarse unos chavitos. De los de la foto, coincidí en la Escuela de Derecho con el que sale atrás. Tiene que tener, más o menos mi edad, como 30 años. Ahora es todo un jefe de gabinete. Ver más sobre eso aquí.
El dueño de la lavandería anunció que con la reforma laboral espera crear «dos o tres empleos». Días después, empresas anunciaron despidos y nuevas oportunidades de empleo. Transformador todo.
Esta no es la primera vez que un gobernador ocupa un espacio de trabajo tradicionalmente femenino para anunciar la austeridad. En noviembre del 2015, Alejandro García Padilla aparecería -camisa arremangada- para promover, ante la dificultad de los tiempos, el IVA para incentivar la economía del país. El telón de fondo era una fábrica de ropa. La industria de la aguja, dicen. Hay una señora -¡dos!- sentadas detrás del gobernador. No le hacen quórum. Hacen juego con las máquinas de coser y algo que podría ser una plancha, quizás. Las mujeres nunca hablan en los anuncios sobre legislaciones y, si lo hacen, es poco y breve. Sin embargo, los mensajes siempre son por nosotras. El gobernador intentó justificar la medida regresiva y dijo «no vengo a poner parchos» varias veces. Esa parte me pareció una crueldad. Lo hizo todo por tus hijos. Que Dios les Bendiga.
Días después, se anunciaría que la empresa que sirvió como foro para el mensaje había sido acusada de abuso laboral, discrimen por género y acoso sexual. Un poco más tarde -¿o antes?- se denunciaron las condiciones paupérrimas de la fábrica. Luego hubo despidos. La ley no se aprobó nunca. Hay amenazas que caen en tierra estéril. Estéril es otra forma de decir sinlugar.
Hace un par de años atrás, a raíz de una decisión del Tribunal Supremo negándole protección a una mujer sobreviviente de violencia doméstica «por adúltera», Guillermo decía que en las barberías no se adjudica. El espacio de la ley, en tiempos de crisis -que son todos los tiempos- es el espacio del poder y de lo masculino. Sus espacios nunca son los fortuitos, ni neutrales. Diría Guillermo:
«Al fin y al cabo, los jueces viven de su capacidad de abstraerse de sí mismos para adjudicar conforme a la ley y la justicia. Sus cuerpos, por tanto, son irrelevantes. Y sin embargo, su pluma frecuentemente retraza escenas de cuerpos vivos en contacto real; para nada abstraídos de su condición de vida; sumidos en la concreción del roce o la agresión, según sea el caso. Y lo cierto es que en la distinción entre roce y agresión, se les puede ir la vida a las partes envueltas».
El lugar de la ley, en tiempos de crisis, es nosotras. Nos ocupan y legislan para ubicarnos.
A propósito de ese escrito se hizo un foro en el Colegio, cuando se decía todavía Colegio de Abogados y no de Abogados y Abogadas. No sería hasta después que vendríamos nosotras a perderles el rastro y reubicarlos. Era día de las mujeres trabajadoras, 8 de marzo. Hice el flyer de la actividad. Fue uno de mis primeros intentos en el diseño gráfico. El juego era con los espacios, los de la ley. No quería ser tan literal, pero sí. Al final, elegí una silla de barberos que podría ser una silla vacía en la sala de mi abuela o un amago de silla eléctrica.