-Beatriz Llenín-Figueroa
El discurso del expertise –que es inherente e históricamente neoliberal– rarifica, elitiza y corporatiza el conocimiento. De expertos están llenas las juntas, los think tanks (¡tanques de pensar!), los partidos hegemónicos: son esos funcionarios hechos con molde que miran la pobreza a distancia y nos aconsejan que de ella debemos salir (¡gracias por el inédito dato!) mientras se sacian de los bienes comunes… y les sobra. La mesa de los expertos en precariedad siempre está desbordada.
Pero, y aquí la ironía que me ocupa, el discurso del expertise establece una equivalencia absoluta entre conocer y aniquilar el cuerpo. Para ser experto, al parecer, es imprescindible coser los orificios del cuerpo, controlar quirúrgicamente sus ritmos, tonos y volúmenes, negar su permeabilidad, mutilar sus pulsaciones, actuar como lone ranger de las fórmulas y los algoritmos neoliberales que nos salvarán de la debacle a las que nos han llevado… ¡las fórmulas y los algoritmos neoliberales, por supuesto! El ejemplo paradigmático de la fórmula expertise ≠ cuerpo en nuestro presente es, huelga decir, la maldita Junta. Esos tipos no parece que respiran, aman, comen, defecan, sudan, tienen cerilla en los oídos, se llenan de gases. Mirar la Junta que lo toma todo en 29 minutos es como estar en un museo de estatuas de cera híperrealistas. Al final, la ironía no lo es tanto, pues solo un cuerpo satisfecho, que no teme en modo alguno por su subsistencia, puede darse el lujo de aniquilarse.
Sé que este tema de la pretendida anulación del cuerpo puede analizarse desde los efectos de las ideologías judeocristiana-puritana-racionalista-mecanicista-Estadomodernoburguesista que dominan la vida en las sociedades de “occidente.” (Bello a estos efectos es el libro Historia de la mierda, de Dominique Laporte.) Pero quisiera decir aquí algunas cosas más en crudo. Quisiera que esto fuera mierda buena, abono indispensable para la vida, como la que le echo al jardín.
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“Escatología” puede significar, a la vez, estudio del destino de la humanidad según el cristianismo o estudio de la mierda. Quedémonos con esta maravilla de la etimología escatológica y sostengámosla al ponderar el cuerpo como instrumento político. En ello no haremos nada distinto de lo que lxs condenadxs de la tierra –mujeres, negrxs, ‘rarxs,’ colonizadxs, empobrecidxs, esclavizadxs, cuerpos en fuga de toda ralea– a fuerza de vida, pasión y muerte, nos han enseñado.
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Mientras lxs expertxs y lxs poderosxs huelen a químico imitando flores (a ¡colonia!) y regentan la mega industria de la higiene, que reprime más que ninguno el cuerpo de las mujeres y el cuerpo de la persona empobrecida, lxs condenadxs de la tierra ponen su cuerpo en la línea de fuego (y de fuga), siempre. Ellxs son lxs desaforadxs. Lxs que carecen de auto-control. Lxs que lloran desconsoladamente o se ríen inapropiadamente. Lxs que protestan a grito pelao. Lxs que menstrúan. Lxs que se enferman. Lxs locxs. Lxs hambrientxs. Lxs pelús. Lxs apestosxs. La peste.
La familia puertorriqueña Carrión/Ferré/Apellidofancydesupreferencia, Inc., así como todo aquel que se desvive por ser de ella aunque sea primo lejano, aborrece esa “peste,” de la que vive mantenía. Pero es esa familia –que es lo mismo que decir, el poder, el imperialismo, el patriarcado, la heteronorma, las corporaciones, los químicos tóxicos, el neoliberalismo–, la peste verdaderamente bubónica, la que nos desahucia de la vida abierta o sutilmente, por millones.
Además del hambre, que lo es de por sí, ¿será posible potenciar “la peste” como herramienta política; es decir, el cuerpo, con todos sus orificios, de lxs condenadxs? Por ejemplo, ¿se podría movilizar un contingente cuyo objetivo político sea tirar peos y hurgarse nariz y oídos en repetición ritualista en el medio de la próxima reunión de la Junta? ¡No se escandalicen tanto! Es lo que hubiera hecho Sancho Panza, los personajes de Rabelais o el teatro de Artaud. Es lo que haría una comedia digna de su nombre, un teatro digno de su ancestral historia.
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En mi casa de la niñez, a no bañarse en un día se le llamaba “apuntársela.” Cuando esté a punto de morir, habré acumulado una larguísima lista de apuntes. Me reconforta pensar que quizá después de la muerte una pueda seguir usando sus apuntes para importunar al poder, para llenarlo de gases. Y como cualquiera de ustedes sabe bien, el destino de los gases es explotar.
La escatología del cuerpo urge para la escatología de la humanidad. Urge el cuerpo todo como herramienta política. Dicho de otro modo: urge conocer sintiendo y sentir conociendo. Eso no lo detenta (más bien, lo niega activamente) un panel de expertxs: ungidxs con gabán y colonia, abastecidxs de carne ajena. En cambio, eso lo tenemos todxs lxs que a la Junta, a los tanques y a los partidos hegemónicos nos oponemos: piel que piensa.