-Javier Román Nieves
**Título original: táctica y estrategia : organización y comunicación (para acabar con el ELA)
Con esta entrega concluimos la serie de seis columnas sobre la ideología hegemónica del Estado Libre Asociado.
En tu rostro y en tus ojos siempre se ve tu secreto. Pierde el rostro. Sé capaz de amar sin recuerdo, sin fantasma y sin interpretación, sin parar a recapitular. Que tan sólo haya flujos, flujos que unas veces se agotan, se congelan o se desbordan, y otras se conjugan o se separan. Un hombre y una mujer son flujos. Todos los devenires que hay en hacer el amor, todos los sexos, los n sexos, en uno solo o en dos, y que no tienen nada que ver con la castración. En líneas de fuga tan sólo puede haber una cosa: experimentación-vida. Y como no hay ni pasado ni futuro, nada se sabe de antemano. Eso de decir ≪Así soy yo≫, se acabó.
—G. Deleuze
Organizarse es actuar de acuerdo a una percepción común, a cualquier nivel que sea. Ahora, lo que falta en esta situación no es la “indignación de la gente” o la carencia económica, no es la buena fe de militantes o la divulgación de una conciencia crítica, ni la proliferación de gestos anarquistas. Lo que nos falta es una percepción compartida de la situación. Sin este agente aglutinante, los gestos se disuelven en la nada sin dejar rastro, las vidas tienen la textura de los sueños y los levantamientos acaban en los libros escolares.
—El Comité Invisible
Como mencionara en la columna anterior, el cuerpo social es en buena medida impredecible, igual que el futuro. Lo único que se nos aparece consistentemente es el “ya me voy de Puerto Rico”.
Claro, podemos tratar de prever ciertos acontecimientos, anticipar efectos negativos y plantearnos posibles respuestas—tener un plan. Pero es inútil actuar anticipando hechos que no han ocurrido o peor aún, actuar sin reconocer nuestras capacidades operacionales (individuales, colectivas, etcétera).
Esta es una lección tan vieja como Sun Tzu y tan reciente como la desastrosa ocupación de Irak después de Septiembre 11. En el ajedrez siempre ha estado muy clara. El objetivo final matar al rey opuesto, y para ello existen en este juego la táctica y la estrategia. La primera se refiere a cómo se logran objetivos a corto plazo mediante operaciones concretas, la segunda se refiere a cómo se logran objetivos a largo plazo que lleven a lograr el objetivo final (matar al rey opuesto). Ambas cosas se dan dentro de un marco de tiempo específico (cada jugador juega con un límite de tiempo).
Necesitamos más ajedrez, tanto en la política como en la protesta. La primera se ha entregado a la única táctica del enriquecimiento ilegal aquí y allá. Por eso en ese juego solo sale ileso el que sabe hasta donde llegar sin embarrarse. La segunda igualmente se ha entregado únicamente a la táctica, pero en la intervención convencional aquí y allá (“lucha sí entrega no”), sin medir sus fuerzas (ni su efectividad mediática) y sin planear las imágenes que producirá. Al hacerlo, se desarrolla desde el mismo abismo discursivo que separa la UPR del resto de una percibida masa apática alimentada por los medios de comunicación tradicionales.
Sin embargo, esta percepción es artificial: no hay tal cosa como una otredad de zombies mediáticos que hay que curar o redimir (o de la que hay que huir, aunque parecería que esta es la única opción). Lo que hay son ciudadanos y ciudadanas iguales que nosotros, en sus circunstancias, problemas, supervivencia y brega.
El afán de “comunicarle a la gente” es hermano del afán del “dumbing down” de los contenidos, ambos nacen de una superioridad falsa y errada, de un hablar de arriba para abajo, de la cultura y lo acultural, etcétera. Es una falsa oposición que solo lleva a la enajenación, o a la cooptación de esa brecha por el discurso autoritario o el liderato de antaño (la boina de Yulín, el intervencionismo del SEIU vía el SPT, de la conspiranoia de la Iglesia AntiMonsanto, en fin, de quien se meta).
Por otro lado, la persistencia del apoyo al bipartidismo se sostiene, a pesar del engaño y la desilusión generalizada, en menor medida por la pega ideológica (que hemos discutido en esta columna y en esta columna), y en mayor medida por la participación (o falta de) en el clientelismo político de los partidos (a fulano le consiguieron un trabajo acá, a mengano le dieron un contrato allá, a mí me ofrecieron un puesto aquí—o por su negativo; a mi no me dio nada fulano, etcétera).
Los partidos seguirán existiendo mientras puedan mantener su maquinaria de tráfico de influencias, sobre todo en la ruralía, donde los tentáculos del estado moderno aún se extienden a duras penas por los rincones de la premodernidad criolla. Se trata de algo muy concreto, de beneficios tangibles (un trabajo, un contrato, un puesto), de formas de alimentar las crías y pagar las cuentas. He ahí el dilema entre la mera exhortación ética de nuestra protesta y la apremiante dádiva corrupta de nuestra política bipartidista.
La historia del independentismo nacionalista y su imperativa moral es quizá el mejor ejemplo de cómo una exhortación moral e intangible (la independencia a priori) no apela a demasiada gente (porque nunca le ha resuelto nada a nadie). En su delirio, incluso se llegaron a tomar las armas. El resto es historia y victimización. Por lo mismo hay que abandonar el espejismo de la moral, como lo hemos discutido en esta columna.
El modelo de la ocupación física como protesta—como cualquier táctica—debe ser evaluado en términos de qué es lo que impide la ocupación. En Vieques la ocupación impedía el bombardeo, en la UPR que se diera clases, en el Condado que se entrara a un evento, en Walmart que se comprara bajo la normalidad, frente al tribunal federal de Hato Rey no queda muy claro.
Porque toda ocupación tiene recursos limitados (gente, tiempo, comida, etcétera) y representatividad (mensajes, estéticas, imágenes reproducibles, etcétera), la resistencia debe ser crítica y consciente en todo momento. Para ser efectivos debemos priorizar la organización y la comunicación, estas son la especialidad del 1% y no llegaremos a ninguna parte sin dominar ambas facetas. Antes que casetas abandonadas por la fundidera, levantar toda presencia sin dejar rastro; cuerpos que aparece y desaparecen en los lugares precisos.
Cualquier cosa a la que aspiremos será imposible sin un proceso largo y constante de autocrítica y cambio, tanto a nivel de una ética personal—a la que nos suscribimos buena parte de los más jóvenes, a mi juicio—como a nivel de una ética colectiva resultante de la primera y que sea capaz de devenir en un movimiento político concreto, de tomar el poder. Eso implicará dejar de ser quienes somos, pensar distinto, transvalorizar nuestros valores, volvernos otra cosa.
Por ello hay que perseguir y extirpar la ideología puertorriqueña acuñada por el Estado Libre Asociado, en todas sus vertientes (en el delirio de la tierra prometida latinoamericana del independentismo, en el delirio de que Estados Unidos es un Disney hecho país y en el delirio de que el estatus actual es todavía relevante o viable), pero también en todas las instancias en que la seguimos alimentando con nuestra miseria.
¿Qué seremos entonces? Nadie sabe y nadie lo puede saber. Pero cada día hay más puertorriqueños en los Estados Unidos que en Puerto Rico y se lanzan al vacío de esa pregunta, y siguen siendo. Es probable que, querámoslo o no, cada cuál, en sus circunstancias, problemas, supervivencia y brega, se volverá otra cosa, acá o allá. Tal es la inevitabilidad de este proceso.
«TÁCTICA Y ESTRATEGIA : ORGANIZACIÓN Y COMUNICACIÓN»
(Parto de tu título como forma de organizarme. ¿Qué pasa, o qué dice si lo reorganizo así?
Objetivos: ??? , Estrategia: ???, Táctica: Organización y Comunicación)
Hablando claro, nos entendemos (pondré de mi parte para no ser poético esta vez).
Me sería más fácil no responder, pero me parece necesario que de alguna forma comience a haber comunicación entre ciertas partes que permanecen aisladas, a veces tan solo por comodidad.
Me incomoda y me preocupa la falta de comentarios en foros como este, 80grados, la sección de los comentarios en los vídeos de Puerto Crítico en YouTube, y en los comentarios de los podcasts de Vía Pública, Hilando Fino, etc. (pudiese mencionar El Post Antillano o Claridad, pero no los sigo, y sé que hay otros que no recuerdo, pues los sigo aún menos.)
Pero no preocupa porque piense que deberían haber comentarios, y no los hay.
Sino, porque sé que esta falta se debe a la fuente, la forma y el contenido, a su distribución…
Y tampoco porque entienda que la sección de comentarios sea el foro de más importancia, sino porque veo el potencial de eslabonar ideas, proyectos, personas, e instituciones en formación.
Siempre hace falta una dosis saludable de auto-crítica y escepticismo. Algunos como yo (no sé si te pasa), se deleitan en la hiper-crítica pasando por varios niveles meta. Esto lleva al «parálisis via análisis» a la «infoxicación» y a «getting stuck in the meta-work»; cosas que llevan a la ansiedad y a la inacción.
Si se desarrolla un cinismo no saludable, se puden desarrollar «knee-jerk reactions» (prejuicios)
a cosas como la ocupación frente al tribunal federal.
Casi coincido por completo en el párrafo en el cual consideras a la ocupación como táctica, cuando de momento reflexiono (a lo largo de varios días, pues leí esto cuando salió, y respondí ahora) y pienso que lo más seguro esa ocupación ha tenido más alcance (mediante la covertura en los medios tradicionales, más toda la gente que pasa por ahí, en visita o incomodados en su transcurrir diario) que cualquier vídeo de Puerto Crítico (como este que viene al casohttps://www.youtube.com/watch?v=ewcCTHmMStc) o cualquier columna de 80grados (como esta que viene al caso http://www.80grados.net/votar-en-tiempos-de-la-junta/).
{Me alegra que estos dos ejemplos cuenten con más comentarios de lo usual. Yo no comento en nada usualmente}.
No pretendo saber, ni especular sobre el efecto que tiene, la ocupación frente al tribunal federal, en los espectadores que lo reciben en forma de «soundbite». Lo que sé es que sirve como punto de encuentro (literal, hay gente que lo ve y va allí por curiosidad o inquetud) donde se llevan a cabo asambleas que (aparte de la crítica que se ha hecho a las mismas y a sus formalismos) tienen mucho más de comunación y organización que una sección de comentarios vacía.
Coincido contigo (en mucho, pero en específico) en que esa ocupación allí no toca (frena/erosiona/para/cosquillea) a La Junta.
Si el punto es encontrarse, comunicarse y organizarse, que los puntos de encuentro proliferen. Que se reúnan (nos reunamos) en todas partes. Se hable en voz alta y en secreto. En prosa expositiva, en poesía, y en clave. En persona, y en secciones de comentarios.
No menosprecio la aportación de los foros antes mencionados. Tienen mucho que aportar en la deliberación a fondo de objetivos claros a largo plazo (no a modo de vanguardia, sino a modo de «brainstorming»). Según esta lectura (https://theanarchistlibrary.org/library/peter-gelderloos-how-nonviolence-protects-the-state#toc6) la estrategia debe fluir de los objetivos, las tácticas son las acciones que componen la estrategia.
(La planificación de operaciones considera la logística de los recursos que hay que cordinar a lo largo de una campaña, entre la estrategia y la táctica; pero me desvío del tema.)
Aquí en Puerto Rico hay muchas voces. Hace falta comunicación, hace falta eslabonamientos (en la economía, como señala Francisco Catalá en «La Promesa Rota», pero al fin «la economía» es una relación) entre personas, falta es la acción (¿para qué,en qué, y cómo?).
Que cada cual demarque sus objetivos y que dejen de titubear y que actúen.
Hay mucho miedo a embarrarse. Mucha gente cómoda viendo las cosas de lejitos. Listas para analizar una vez fracase. No me refiero a «tirarse a la calle» que veo que no te gusta, mas bien conocemos los límites de esta táctica.
Todo opera con normalidad a un paso increíble. ¿Quiénes ponen los frenos? ¿Quienes paran en seco? Todo sigue a pesar de aquellxs.
Si no hacemos falta para que todo siga igual, y tampoco hacemos falta para interrumpir una reunión (tú y yo no estuvimos allí en el Condado el 31 de agosto)…
Si solo nos miramos el ombligo, y publicamos en un blog o en una sección de comentarios que nadie lee…
Entonces; ¿Qué importa, quién importa?
Seríamos peones en un juego de ajedrez (que es un jueguito de mesa bien tonto, como el que se inventó Debord).
PS.
Esto lo escribo a las tantas y con honestidad, dependiendo de el día y la hora que escogiera, esto pudo haber salido/sonado bien distinto. Ya está demasiado largo. Como puede ver, la intención era una respuesta informal, y no una reseña crítica ni nada que ver. No sé de qué sirve leer y escribir hoy en día. Si te vas en un viaje y lees esto (http://www.80grados.net/del-id-prefer-not-to-al-whatever/) piensas en como la técnica permite que el poder opere a pesar del lenguaje, y otras facetas de lo que somos.
Como el comentario bajo el artículo trae a colación, todos los días pierdo la esperanza (¿de qué?¿será a propósito que trato de deshacerme de ella?), pero de alguna manera regresa.
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